Tranquilas, que a todas nos pasó alguna vez. Teníamos en mente un proyecto y dimos con ese patrón precioso para concretar la idea. Súper entusiasmadas, elegimos hilados nobles en colores perfectos, para lanzarnos a tejer por semanas. Así que, a un diseño soñado, le sumamos materiales de calidad, nuestro tiempo y dedicación total. Pero el final inesperado es que, cuando terminamos de esconder hebras, no nos satisface el resultado. Está lindo, claro, pero no perfecto como esperábamos. Hoy eso se acabó. Vas a aprender a perfeccionar tu proyecto, darle mejor terminación e incluso disimular pequeños errores de forma. La magia se llama bloqueo.
Básicamente, bloquear un tejido consiste en “amoldar” las fibras de manera que se adapten a lo que buscamos. También corrige el aspecto un poco ajado que puede tener un tejido a palillos que pasó por distintos momentos, una tensión no siempre idéntica, estuvo enrollado en tu bolso y a veces incluso viajó contigo. El bloqueo empareja todo eso gracias a la adaptación de las fibras con la aplicación de humedad y/o temperatura. Esto puede realizarse con la prenda ya terminada y lista para usar, a cada una de sus piezas antes de unirlas (perfecto para grannys, por ejemplo), o en la medida que se va avanzando en el tejido, para proyectar mejor el resultado final. El momento lo elige cada tejedor@, según lo que tenga en sus palillos.
Para
que tus acabados sean un lujo, las opciones son básicamente tres. La primera,
más sutil e ideal para ir revisando avances, consiste en extender el tejido
sobre una superficie que permita sujetarlo con alfileres de bloqueo y
ubicarlos, sin estirar demasiado, en puntos estratégicos que afiaten su forma.
Luego se rocían las fibras con agua fría, sin empapar, para dejar que se seque
naturalmente. Otra opción, mucho más agresiva, es extender la labor sobre una
superficie rígida, estirarla con tus manos hasta darle la forma que buscas y,
SIN TOCAR JAMÁS LA TRAMA, pasar a una corta distancia la plancha, con la
función de vapor activada. Esta segunda versión del bloqueo funciona perfecto
en hilados toscos y gruesos, es rápida, implica poco esfuerzo y ningún
implemento extraordinario.
Para nosotras ahora viene la receta ideal, aplicable a todo tipo de fibras naturales, proyectos y puntos, que ofrece resultados modulables y un acabado impecable. Consiste en mojar tu tejido con delicadeza en un recipiente con agua fría e, idealmente, una pequeña dosis de jabón de bloqueo. Es necesario remover la prenda cuidadosamente y sin apretarla. Luego de unos 20 minutos, se retira del agua escurriendo el exceso y ayudándose con una toalla. Inmediatamente, debes extender tu proyecto como en la primera fórmula que te explicamos, y ajustar su forma con alfileres de bloqueo. Este momento es clave, porque permite adaptar las fibras mojadas, estirar un poco donde consideres necesario, definir puntos calados, alinear hombros a la misma altura, acomodar ojales y lo que se te ocurra. La prenda debe secarse naturalmente en un lugar bien ventilado y por el tiempo que sea necesario. Es un poco más lento, pero LEJOS, vale la pena.
Existen elementos que marcan la diferencia a la hora de bloquear, tanto en resultados como en comodidad. Así como cuentas con herramientas de tejido, lo ideal es que también tengas herramientas de bloqueo, sean simples o más sofisticadas. Lo primero sería una superficie apta. Aquí funcionan muy bien las alfombras infantiles de goma eva. Son livianas y, si eliges las de estilo rompecabezas, ocupan poco espacio, se adaptan a cualquier proyecto y las encuentras incluso en el supermercado.
También vas a necesitar alfileres de bloqueo de buena calidad, inoxidables y resistentes. Hay en formato set con piezas de varios “dientes” y también como pins individuales, pero te recomendamos contar con ambos, para dar buena definición a cualquier diseño. Si además sumas cables de bloqueo que permiten estirar piezas grandes enganchándolos a los pins, fantástico.
Aquí todo depende de qué tipo de proyectos tejas habitualmente. Y si eres fan de los calcetines, busca los soportes en que deben secarse estas pequeñas prendas para no perder su forma. Palangana, una toalla grande y plancha son de uso común, así que en conjunto el truco del bloqueo implica poquísima inversión. Eso sí, compra un jabón adecuado, que sea suave y ojalá tenga adición de lanolina, que acondiciona naturalmente los hilados. Si optas por bloquear tus avances, también vas a necesitar un rociador simple, como los de jardinería o peluquería.
Considera que son las fibras naturales las que responden al bloqueo. Si tu hilado es 100% acrílico, la única opción para lograr algo similar -aunque con menos precisión- es arriesgarse a planchar la prenda. Si necesitas adaptar las formas del hilado y decides aventurarte, lo más recomendable es usar una tela delgada entre la plancha y tu tejido, para evitar que el roce provoque brillo y estática. Este es un sistema agresivo que, si bien moldeará la labor, podría “quebrar” la trama del proyecto, dejándolo rígido y sin movimiento. Ajustar temperatura y presión es indispensable para que la magia funcione.