Cuidar los tejidos es todo un superpoder. Por si no lo sabías, ese proyecto que te quita horas de sueño, te acompañó en las vacaciones y ameniza todas las esperas, también necesita una cuota de cariño. Así que te vamos a entregar los mejores tips para mimar tus tejidos y que sigan tan lindos como el primer día, sin importar el tiempo que pase. Nuestros partners indispensables los encuentras en la web, pero otros de estos cómplices también te van a encantar.
Lo primero, básico y recomendable, es el bloqueo. No sólo cambia positivamente el aspecto de la prenda terminada, sino que le ofrece un primer lavado gentil, como se merece. Entonces, te sugerimos seguir las instrucciones que compartimos aquí mismo en el blog: lavado a mano, agua fría, superficie plana, alfileres de bloqueo de calidad (¡están por llegar unos perfectos a la web!) y secado extendido, a la sombra. ¿Un dato extra? Prueba nuestro jabón de bloqueo Madejasur. En serio es ultra suave, aporta la cuota perfecta de lanolina y además está en dos aromas que nos vuelven locas. ¡Éxito seguro!
Una vez que tienes bloqueado y seco tu tejido, te recomendamos que lo ventiles al aire después de cada uso, para espaciar los lavados. Esta técnica aplica sólo para las fibras naturales, que tienen tendencia a ser antibacteriales y así limitan la reproducción de olores. Por lo mismo, y para disminuir el roce, espaciar lavados es súper buena técnica. Y cuando laves, intenta seguir los mismos pasos básicos del bloqueo, pero sin bloquear: lavado a mano, en agua fría y con jabón suave. Evita estrujar y, si vas a centrifugar, usa un programa delicado y bolsa de lavado. Extiende a la sombra y disfruta de tu tejido por muchos años.
Un dato de abuela que no falla con los tejidos, es que lo laves y luego guardes envuelto en papel de seda blanco si no lo vas a usar en un tiempo largo. Eso quiere decir, que las prendas full verano, por ejemplo, pronto se van a ir al clóset por varios meses y te van a agradecer este detalle. Básicamente, eso las aleja de la eventual humedad, enganches, decoloración por parte de ropa más oscura y tirones dentro de tu clóset. Si eres fanática de los olores ricos, dale un toque de tu perfume favorito al papel antes de guardar y chao.
Puede que esté de más mencionarlo, pero igual te recordamos que un tejido jamás se guarda sucio. Ese olor corporal que probablemente tú no percibas, las polillas lo reconocen seguro. Eso vuelve el hilado atractivo para depositar sus larvas, que son depredadoras de las fibras naturales. Muy asqueroso todo, pero real como la vida misma, así que no lo pienses dos veces con los repelentes. Opciones probadas y seguras: nos encanta la lavanda natural repartida en saquitos por el clóset, pero también funcionan muy bien las rebanadas de limón deshidratado (tal como las pones en tu copa de Gin Tonic), el tabaco suelto (lo pillas a granel en tiendas para fumadores), o las clásicas bolitas de cedro (estas no necesitas cambiarlas todos los años, pero sí lijarlas para que liberen sus aceites naturales).
Toda la ropa debe guardarse ultra seca, obviamente. Eso aleja a los bichos, pero en zonas húmedas no es tan fácil. Por lo mismo, venden bolas anti humedad en los supermercados, que se colocan dentro de un recipiente especial, con calados, y van dentro del clóset. Lo que hace este invento es absorber el agua del ambiente en espacios reducidos, y mantenerla fuera de las fibras. La versión pro es el deshumidificador ambiental de tipo desecante. Este electrodoméstico es OTRA cosa, porque te sirve incluso para secar ropa durante el invierno, si la distribuyes en un tendedero y luego lo ubicas cerca del deshumidificador. Cierras la puerta, la dejas ahí unas ocho horas y hace magia. Es súper práctico si eres sureña como nosotras: seca a fondo la ropa, no la deteriora, ocupa poco espacio, mantiene ultra seco tu clóset y requiere poca energía. Ideal si quieres un cachureo más.
Una herramienta maravillosa y súper útil para que los tejidos estén siempre lindos, es la afeitadora. Jamás la máquina de afeitar estilo rastrillo que nos saca tanto de apuro en otros casos, sino las afeitadoras de lana, que logran mantener a raya el pilling, (las típicas bolitas que se forman en la superficie de la lana natural, producto del roce). Existen algunas a pilas que hacen el trabajo más rápido, pero nosotras preferimos los cepillos manuales, que permiten regular mejor la fuerza y precisión con que “afeitamos” la prenda. De hecho aún nos quedan algunos disponibles en la web, que son sencillamente fantásticos: se adaptan bien a la mano, tienen el filo distribuido para no cortar hebras y son de madera liviana. Un par de pasadas y tu tejido queda nuevo.
Otro aliado soñado es el cepillo cardador. Sí, cardador, señoras. Es perfecto para Mohair, un hilado que puede apelmazarse con el uso y el paso del tiempo. El cepillo cardador tiene cerdas equilibradamente ásperas y logra liberar con delicadeza los característicos pelitos del Mohair, logrando que se vea precioso, como cuando recién lo tejiste. Busca uno liviano, que se adapte bien a tu mano y regalonea tus prendas peludas cada cierto tiempo, para que siempre se vean vaporosas. De culto, ¿o no? Este es un artículo bien específico, pero en serio hace la diferencia. Si te falta algo, elige en nuestra web lo que te venga bien, aprovecha de vitrinear nuestras lanitas y cuéntanos en Instagram qué otro mimo le regalas a tus tejidos 😉