El tejido como herencia y forma de vida

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El tejido como herencia y forma de vida

Ustedes, ¿por qué tejen? ¿Se han puesto a pensar alguna vez en qué es lo que las motiva a convertir madejas en ovillos y ovillos en entramados? Motivos puede haber miles, pero básicamente hay una energía que recorre a las tejedoras a la hora de tomar sus palillos. Considerado la meditación del siglo XXI, el tejido es visto como terapia, arte, un ejercicio desafiante, pasatiempo, un trabajo creativo e incluso lucrativo y, definitivamente, un acto cuyos beneficios para el cerebro están comprobados científicamente.

Ojo, que esta actividad que tanto nos apasiona no siempre estuvo ubicada en el pedestal que tiene ahora. Hasta hace algunos años, era considerada una labor pasada de moda, destinada a las abuelas y sin mucha gracia. Lo importante hoy, es que esa visión ya no existe y que… ¡claro que las tejedoras le debemos un homenaje a nuestras abuelas! Muy probablemente, de niñas todas vimos a alguna ancianita de la familia afanada con sus lanas y palillos, o tuvimos en nuestra infancia prendas tejidas. Otras modas, otros tiempos, otros materiales y herramientas, pero pocas se salvaron de los calzones de lana en sus primeras mañanas escolares.



Tejer es una actividad que ha hecho historia junto con la evolución de la humanidad. Partiendo por las redes finlandesas del Mesolítico, y el cultivo y tejido del lino en antiguo Egipto, que data de cinco mil años antes de Cristo. Después vino la seda, que a la larga fue un hit en la Roma republicana y también en China. Del trabajo con algodón de India y Perú también existen evidencias, igual que del uso de la lana en Europa Central y Escandinavia en la Edad de Bronce (III milenio antes de Cristo).

Pero no necesitamos retroceder tanto para encontrar la relevancia histórica del tejido. Se usó como técnica de espionaje en las grandes guerras del siglo XX, para enviar mensajes en clave con el código Morse de base. Y hoy definitivamente ocupa un puesto estelar. Lo descubres y te atrapa, te relaja y te entrega satisfacciones tremendas cuando ves tu proyecto terminado, e incluso lo usas. Eso se lo debemos a las abuelas, señoras. Si bien hoy los hombres también tejen (¿se acuerdan del clavadista olímpico británico, Tom Daley?), a nuestra generación ese gustito por el tejido le viene por herencia materna. Porque hasta ahora, siempre vimos a mujeres empuñando sus palillos, como herramienta ancestral.

Y como en mayo se celebra el Día de la Madre, modestamente quisimos reconocer que son las madres, las madres de nuestras madres y sus madres, las que nos han inspirado a desarrollarnos en este mundo tan lindo que nos regala el tejido. Nosotras lo disfrutamos desde que seleccionamos con pinzas las bases para ustedes, las teñimos con inmenso cariño y las madejamos. Ahora, cuando ovillamos y las transformamos en creaciones que luego usamos, siempre estamos súper orgullosas. Porque gozamos del proceso completo, elegimos qué hacer con un material noble y concretamos algo útil y perdurable, lazada a lazada, para nosotras o quienes queremos.

Estamos orgullosas de Madejasur y de llegar con nuestras lanitas a sus palillos, regalándoles momentos tan deliciosos como los que disfrutamos nosotras cuando tejemos. Desde casi el fin del mundo, creemos que nuestra propuesta aporta un granito de arena en la preservación del planeta, al volvernos consientes de lo que usamos. La tendencia slow fashion forma parte de nuestra filosofía. Por eso buscamos ofrecerles materiales de calidad, un trabajo serio y de gusto en cada teñido. A tono con la fecha, les confesamos también que somos mamás y unas convencidas de que así podemos heredarles a nuestros hijos un lugar mejor. Entonces la lista de motivos para tejer es larga, pero resumiendo en una sola idea que nos represente a todas… TEJER NOS ALINEA LOS CHAKRAS, ¿o no?